google.com, pub-3838220590989262, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Sólo La Biblia: 1/8/11 - 1/9/11

A prisión perpetua líder de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días


Warren Jeffs, es líder de la iglesia de Jesucristo de los últimos días.

(SóloLaBiblia/ElNuevoDía) Warren Jeffs, el líder de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, fue sentenciado hoy a cadena perpetua al ser hallado culpable de atacar sexualmente  a dos feligreses menores de edad como parte de un rito de “matrimonios espirituales”.
Jeffs, de 55 años, escuchó sereno la decisión de un jurado. Al acusado se le aplico el máximo de las sentencias en ambos cargos incoados en su contra.
El fiscal Eric Nichols, quien reclamó la sentencia vitalicia para Jeffs, justificó el pedido al destacar que se procuró “proteger a la gente”.
La decisión del jurado fue anunciada después de una hora de deliberaciones.
Jeffs, quien asumió su propia defensa al inicio del juicio, argumentó que su conducto surgió como producto de un “reclamo de Dios”.
La Fiscalía presentó como evidencia pruebas de adn para demostrar el ataque sexual contra una niña de 15 años. También sometió evidencia grabada para demostrar la agresión a una niña de 12 años.
El ahora convicto practicante de la poligamia, además fue implicado en otros actos con menores, conducta que de forma reiterada justifico con el argumento de que se trató de reclamos divinos.

¿Por qué Jesús tuvo que experimentar tanto sufrimiento?



Isaías 52:14 declara, “Cómo se asombraron de Ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres Su parecer, y Su hermosura más que la de los hijos de los hombres.” Jesús sufrió terriblemente a través de todas Sus pruebas, tortura y crucifixión (Mateo capítulo 27; Marcos capítulo 15; Lucas capítulo 23; Juan capítulo 19). Tan horrible como fueron Sus sufrimientos físicos, no fueron nada comparados con el sufrimiento espiritual por el que Él atravesó. 2 Corintios 5:21 dice, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.” Jesús cargó el peso de los pecados de toda la humanidad sobre Él. (1 Juan 2:2) Fue el pecado el que causó que Jesús gritara, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Así que, a pesar del brutal sufrimiento físico de Jesús, éste fue nada en comparación con la carga de nuestros pecados que Él soportó – y por los que murió (Romanos 5:8).

Isaías capítulo 53, especialmente los versos 3 y 5 predicen el sufrimiento de Jesús, “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos… Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por Su llaga fuimos nosotros curados.” El Salmo 22:14-18 es otro poderoso pasaje que predice los sufrimientos del Mesías, “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas. Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte. Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.”

¿Por qué Jesús tuvo que sufrir tan terriblemente? Algunos piensan que la tortura física de Jesús fue parte del castigo por nuestros pecados que sufrió en nuestro lugar. Hasta cierto punto, este es el caso. Al mismo tiempo, la tortura que experimentó Jesús habla más de la crueldad y el odio de la humanidad, que del castigo de Dios por el pecado. El enorme odio de Satanás por Dios y Jesús fue con seguridad parte de la motivación tras el implacable abuso y tortura. El sufrimiento de Jesús es el ejemplo último de lo que siente el hombre pecador hacia un Dios santo (Romanos 3:10-18).

Escrito tomado de la página: Gotquestions

¿Cuál es la comprensión bíblica de la ira de Dios?

La ira es definida como “la respuesta emocional a la percepción del mal y la injusticia,” con frecuencia traducido como “enojo,” “indignación,” “cólera,” o “irritación.” Tanto los humanos como Dios expresan la ira. Pero hay una gran diferencia entre la ira de Dios y la ira del hombre. La ira de Dios es santa y siempre justificada; la del hombre nunca es santa y rara vez justificada. 

En el Antiguo Testamento, la ira de Dios es una divina respuesta al pecado y la desobediencia del hombre. La idolatría era con frecuencia la causa de la ira divina. El Salmo 78:56-66 describe la idolatría de Israel. La ira de Dios es consistentemente dirigida hacia aquellos que no siguen Su voluntad (Deuteronomio 1:26-46; Josué 7:1; Salmo 2:1-6). Los profetas del Antiguo Testamento, a menudo escribían acerca de un día en el futuro, el “día de la ira” (Sofonías 1:14-15). La ira de Dios contra el pecado y la desobediencia es perfectamente justificada porque Su plan para la humanidad es santo y perfecto, así como Dios Mismo es santo y perfecto. Dios proporcionó un camino para ganar el favor divino –el arrepentimiento – el cual aleja la ira de Dios sobre el pecador. Rechazar ese plan perfecto es rechazar el amor, la misericordia, la gracia y el favor de Dios e incurrir en Su justa ira. 

En el Nuevo Testamento, las enseñanzas de Jesús apoyan el concepto de Dios como un Dios de ira que juzga el pecado. La historia del hombre rico y Lázaro, habla del juicio de Dios y las serias consecuencias para el pecador no arrepentido (Lucas 16:19-31). Jesús dijo en Juan 3:36 que, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” El que cree en el Hijo de Dios no sufrirá la ira de Dios por su pecado, porque el Hijo llevó en Él la ira de Dios cuando murió en la cruz en nuestro lugar (Romanos 5:6-11). Aquellos que no creen en el Hijo, quienes no lo reciben como Salvador, serán juzgados en el día de la ira (Romanos 2:5-6).

Por el contrario, en Romanos 12:19; Efesios 4:26 y Colosenses 3:8-10, se advierte sobre la ira humana. Sólo Dios puede vengarse porque Su venganza es perfecta y santa, mientras que la ira del hombre es pecaminosa, exponiéndose a la influencia demoníaca. Para el cristiano, el enojo y la ira son inconsistentes con nuestra nueva naturaleza, la cual es la naturaleza de Cristo Mismo (2 Corintios 5:17). Para comprender lo que es la libertad del dominio de la ira, el creyente necesita que el Espíritu Santo santifique y limpie su corazón de sentimientos de ira y enojo. Romanos 8 muestra la victoria sobre el pecado en la vida de aquel que está viviendo en el Espíritu (Romanos 8:5-8). Filipenses 4:4-7 nos dice que la mente controlada por el Espíritu está llena de paz. 

La ira de Dios es algo temible y aterrador. Sólo aquellos que han estado cubiertos por la sangre de Cristo, derramada por nosotros en la cruz, pueden estar seguros de que la ira de Dios nunca caerá sobre ellos. “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.” (Romanos 5:9).

Música vocal e instrumentos - Cantos y música del NT

El Nuevo Testamento contiene un buen número de canciones, no todas consideradas como tales. Hay el Magníficat, o Canto de María, cantado con anticipación al nacimiento del Salvador (Luc. 1:46-55) Y el Benedictus o Canto de Zacarías: cantado después del nacimiento de Juan el Bautista (Luc. 1:68-79). FI Canto de los Ángeles cantado a los pastores de Belén la noche del nacimiento de Jesús (Luc. 2:14) El himno de la Iglesia Primitiva (1 Tim. 3:16). El libro del Apocalipsis escrito por Juan contiene algunas referencias a cantos y música. “Una canción nueva” cantada en los cielos en capítulo 5:9, 10; “La canción de Moisés” y “El Canto del Cordero” se encuentran en el capítulo 15:3, 4. La caída de Babilonia se describe gráficamente, y concerniente a ella Juan dice: “Y voz de tañedores de arpas, y de músicos, y de tañedores de flautas y de trompetas, no será más oída en ti” (Apoc. 18:22).
En su visión del cielo Juan oyó “una voz de tañedores de arpas que tañían con sus arpas; y cantaban como un cántico nuevo delante del Trono”.
La palabra “arpa” que se usa aquí no es el equivalente de la palabra usada en el Antiguo Testamento, más, correctamente traducida “lira”, que era una especie de arpa portátil. Más bien es ciertamente una arpa, la música de la cual es más dulce que la de los instrumentos más hermosos de la tierra.
Esta serie de escritos fueron realizados por; Fred H. Wight. Dichos escritos fueron expuestos en el Blog CEBEI, y nos tomamos la libertad de re-publicarlos en este blog.

Música vocal e instrumentos - Referencias en la música en la vida de Jesús

Hay cuatro referencias a la música en el ministerio de Jesús, primera de ellas tiene que ver con la música usada al llorar la muerte de algún ser amado. Cuando Jesús entro al hogar del principal donde su hija estaba muerta, Mateo dice: “viendo los tañedores de flautas” Mat. 9:23). En oriente aún en nuestros días los lamentadores profesionales son llamados para que expresen la tristeza por la pérdida de alguna persona que murió. Y sí la familia tenía recursos para hacerlo, como era el caso del principal también se a traía s los tañedores de flautas para que expresaran el duelo a través de los instrumentos.
La segunda referencia es cuando Jesús habló a los niños que jugaban en la plaza. “Os tañimos con flautas y no bailasteis: os endechamos y no llorasteis” (Luc. 7:32). Había dos grupos de niños representados ahí. Uno tenia un caramillo o quizá una flauta de pastor, y tocaban en ella como se toca en una procesión nupcial de el camino a la fiesta. diciendo: “Juguemos a la casita.” Pero el grupo rehúsa unirse al juego. Entonces el grupo principia a cantar y a lamentar como se hace en una procesión funeral, y sugiere; “Juguemos a un funeral” pero el otro grupo continúa obstinado negándose a cooperar.
La tercera referencia a la música está en la famosa historia de Cristo del Hijo Pródigo. Cuando el descarriado joven retornó al hogar su padre lo celebró con un banquete. Y cuando el hermano mayor volvió del campo se dice que “oyó la sinfonía y las danzas) (Luc. 15:25). Era costumbre en los banquetes tener cantores y tañedores de instrumentos, especialmente tañedores de flautas con los danzantes.
La cuarta referencia es la que se encuentra en el final de la Ultima Cena. En el relato se lee: “Y como hubieron cantado el himno, salieron al monte de las Olivas” (Marc. 14:26). Es indudable que lo que Jesús y sus discípulos cantaron era del libro de los Salmos.
Era costumbre de los judíos cantar al terminar la comida de la Pascua, los salmos del 115 al 118. La manera de cantar era lo que nosotros llamaríamos un sonsonete y la música se tocaba en clave menor. Los judíos ortodoxos actualmente observan costumbres similares.

Música vocal e instrumentos - No había música en la cautividad

Al predecir el juicio de los días del cautiverio de Israel por causa de sus pecados, el profeta dijo: “Cesó el regocijo de los panderos, acabóse el estruendo de los que se huelgan, paró la alegría del arpa” (Isa. 24:8). La música cesó casi totalmente entre los cautivos judíos en Babilonia. Los exiliados compusieron un salmo que decía: “Junta a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sión. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. Y los que allí nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los himnos de Sión. ¿Cómo cantaremos canción a Jehová en tierra de extraños? Si me olvidaré de ti, oh Jerusalén, mi diestra sea olvidada” (Sal. 137:1.5). Los cantores babilónicos habían oído la canción de Sión, por la que Jerusalén era notada, y pedían a sus cautivos que cantaran para ellos. Pero cl canto religioso judío estaba tan estrechamente conectado con el templo de Jerusalén que rehusaban cantar esas canciones en tierra extranjera.