El Eterno escucha aquellos que buscan con sinceridad. Imagen: bosquejosparasermones |
Entonces clamamos al SEÑOR, el Di-s de nuestros padres, y el SEÑOR oyó nuestra voz y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. Deuteronomio. 26:7
El Eterno escucha la oración de los que le buscan con sinceridad. Sin embargo hay situaciones que el hombre puede pasar que requieren más que una sola oración y un tipo de oración que sale fuera de lo regular. Hay momentos en que el hombre necesita clamar al cielo para recibir la respuesta de su oración y, especialmente si se encuentra bajo opresión causada por poderes espirituales en los aires, o incluso dentro de él mismo.
Los hijos de Israel habían estado oprimidos por poderes, no solamente políticos sino también espirituales, durante cuatrocientos años. La liberación de esa opresión no era cosa fácil. Grandes batallas espirituales fueron requeridas para producir la redención en esa situación humanamente imposible.
Es posible que al principio las oraciones de liberación del pueblo escogido no fueron muy intensas, por causa de que la situación en la que estaban no era mala del todo y se podía aguantar, pero conforme iba aumentando la presión esclavizadora, también el tono de las oraciones del pueblo iba cambiando de intensidad y profundidad. El clamor al Cielo fue cada vez más fuerte y llegó un momento cuando el clamor fue oída en los cielos de una manera decisiva. Hay un momento en la oración cuando el clamor del hombre logra traspasar ciertos límites y quebrar ciertas barreras espirituales y en esos momentos su oración tiene un efecto muchísimo más poderoso en los aires.
Las Escrituras nos enseñan que el clamor es necesario para obtener respuestas de ciertas oraciones. La palabra hebrea que este texto usa para clamar – tsaak,צעק – tiene que ver con un clamor fuerte, muchas veces inspirada por una angustia enorme, que uno siente cuando está ante un peligro grande y amenazante. Al estar ante un peligro de muerte uno grita fuertemente. De ese tipo de grito se está hablando aquí y cuando ese tipo de grito va acompañado de fe es oído en los cielos.
“Entonces en su angustia clamaron al SEÑOR, y El los libró de sus aflicciones” Salmo. 107:6
“También les dijo: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y va a él a medianoche y le dice: "Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha llegado de viaje a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle"; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme para darte nada." Os digo que aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, no obstante, por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” Lucas. 11:5-10
“Y les refería una parábola para enseñarles que ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer, diciendo: Había en cierta ciudad un juez que ni temía a Di-s ni respetaba a hombre alguno. Y había en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él constantemente, diciendo: "Hazme justicia de mi adversario." Por algún tiempo él no quiso, pero después dijo para sí: "Aunque ni temo a Di-s, ni respeto a hombre alguno, sin embargo, porque esta viuda me molesta, le haré justicia; no sea que por venir continuamente me agote la paciencia." Y el Señor dijo: Escuchad lo que dijo el juez injusto. ¿Y no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. No obstante, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” Lucas. 18:1-8
“La oración eficaz del justo puede lograr mucho. Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.” Jacobo/Santiago 5:16b-18
Si te encuentras en una situación límite, no te cortes sino clama con voz en cuello al Cielo. Sal al campo o al bosque o esconde tu cara en la almohada o enciérrate en tu habitación y grita al Cielo con toda tu voz y con toda tu fuerza. Grita con fe y esperanza de que el que escuchó a los hijos de Israel en Egipto también te escuchará a ti. El que los liberó de la opresión cuando clamaron, también te liberará a ti cuando clamas.
Clama al Cielo y serás oído.