Por: Javier Juaréz
1 de Corintios 2:1-5 Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Introducción:
La iglesia de Corinto en verdad necesitaba la visita del apóstol. Esta
iglesia manifestaba los dones espirituales, pero algunos en la iglesia vivían
como si no conocieran las enseñanzas de
Cristo. Ellos decían tener dones, tener milagros, pero su actitud dejaba
mucho qué desear. Obviamente estamos hablando de personas que habían aceptado
el evangelio y que no alcanzaban un crecimiento moral y espiritual óptimo.
Desarrollo:
Nuestros tiempos se asemejan a la ciudad de Corinto en cuanto a lo que
la mayoría de la sociedad dice creer. ¡Todos creemos en Dios!
Por su ubicación,
Corinto tenía un constante flujo de visitantes y viajeros. Era un centro de
comercio e intercambio. En la ciudad había un gran mercado como también muchas
tabernas en las cuales la gente bebía y se emborrachaba. Mucha gente se
enriquecía con todo el comercio y los negocios, y muchas veces gastaban el
dinero de maneras pecaminosas. Había un gran teatro que proveía entretención a
la gente. La ciudad era famosa por eventos atléticos. Los muy conocidos Juegos Ístmicos
tenían lugar cada dos años (eran los juegos atléticos más famosos del Imperio
Romano, aparte de los Juegos Olímpicos).
Pero por sobre
todo, la ciudad era conocida por su pecado y maldad. La gente de la ciudad
rendía culto a la diosa Afrodita (Venus), que era la diosa del amor. Su culto
se describe mejor por la palabra “lujuria”. Su templo estaba ocupado con 1000
mujeres perversas y voluptuosas y los hombres que visitaban el templo pagaban
grandes sumas de dinero para “rendir culto” a la diosa de la lujuria. Esta
maldad se describe en la Biblia con la palabra “fornicación” (ver lo que Pablo
escribe a los Corintios acerca de esto—1 Corintios 5:1; 5:9-10; 6:9; 6:15-20;
7:2, 10:8; 2 Corintios 12:21).
La gente por todo
el Imperio Romano sabía que Corinto era la ciudad de pecado. Tenía una muy mala
reputación. Una buena descripción de la gente pagana de Corinto se encuentra en
Romanos 1:21-32 (de hecho, cuando Pablo escribió estas palabras a los Romanos,
él estaba en la ciudad de Corinto). Pareciera que estoy hablando del D.F.
Todos tenemos una fe. Pero para
muchos, ese Dios o esa fe solo alcanza
el tamaño de su propio concepto religioso, porque bien, o no son miembros de ninguna comunidad o su dios
es permisivo y cómplice de sus triviales aventuras emocionales.
El evangelio de nuestros días carece, en mucho, del poder con que el
apóstol Pablo lo predico. ¿La razón?.... una falta de fe genuina y una genuina fe
separada de Dios. ¿Otra razón?.... una iglesia popular (la católica) demasiado
humana. Una iglesia que teme a la reacción de la sociedad porque ha perdido la
autoridad espiritual con la que el apóstol Pablo fue a Corinto. Esta iglesia
asume papeles políticos que no debieran de incumbirle, pues se hizo sorda ante
el genocidio de los alemanes sobre los judíos en tiempos de Hitler.
Hemos sido testigos de varios eventos masivos
celebrados en el centro de la capital del país sin que el gobierno político ni
el religioso popular hagan nada. Vino el 05-07-2007 el fotógrafo
neoyorkino Spencer Tunick a retratar 20,000 personas desnudas, en las narices (explanada
del zócalo, donde se encuentran el palacio nacional y la catedral de México) del
gobierno político y religioso y no hicieron más, que aplaudir la “madurez” de
México ante el mundo. ¡Ya somos maduros! (Inmorales pero maduros)
Por eso hoy
es importante que la iglesia evangélica predique con esa autoridad que el
apóstol Pablo nos enseña. Con poder del Espíritu.
Fuimos
testigos este 8 de Enero, nuevamente en México, de una “moda de madurez ante el
mundo” de andar sin pantalones en el metro de la ciudad. Pareciera inocuo andar
en short o bóxers pero la intención de quienes dirigen estos movimientos, es estar preparando a México para estar más
separados de Dios, viviendo más un humanismo permisivo fuera de toda regla
divina, que un acercamiento a las normas morales establecidas por Dios.
El engaño con que seducen estos organizadores
desconocidos son puntos que toman “secretamente” de las escrituras y presentan
como sus planes o ideas para bien vivir como una sociedad de respeto. Por
ejemplo ellos dicen que promueven:
-Los derechos y
beneficios para la tercera edad (honrar
a los padres)
- la igualdad de
los derechos y por la hermandad entre hombre y mujer y todos los seres humanos
sin distinción de razas (no prostituirás ni te prostituirás).
Y debemos darnos cuenta que estas reglas enmarcan
ocultamente los mandamientos de la ley de Dios que nos debemos el hombre con el
hombre. Pero no se han creado “leyes” que enmarquen los mandamientos anteriores
que nos ordenan una responsabilidad con Dios, como el amar a Dios sobre todo.
Como el no tener dioses ajenos. El guardar el día de reposo y no jurar por el
nombre de Dios. El hombre de este siglo está tratando de sacar a Dios de los
planes de la humanidad. El hombre de hoy Quiere vivir su vida sin Dios. Y quien
vive sin Dios, está muerto en sus delitos y pecados
Iglesia de
Cristo, no nos falta más conocimiento para poder hablar con la sociedad. No nos
falta valor para salir a las calles y decir que Cristo vive. No nos faltan
recursos materiales para hacer campañas. No nos faltan ideas e innovaciones que
puedan convocar cien o doscientas personas en un lugar, pero tampoco nos faltan pretextos para no hacerlo. Lo que nos falta
es ese poder con que pablo conquistó la ciudad del pecado, como se le llamaba a
Corinto. Lo que nos falta es la declaración viva del apóstol, de decir que “con Cristo estoy juntamente crucificado”.
Lo que nos falta es considerar todo lo que somos y lo que tenemos, como
perdido, por amor a Cristo.
El rol de la
iglesia ante la sociedad de este siglo XXI debe de recobrar su autoridad sin
mezclarse en los asuntos políticos terrenales. Debemos de obedecer las leyes de
la tierra porque fueron hechas para llevar un orden, pero mayor es obedecer a
Dios que a los hombres; porque obedeciendo a Dios, no faltaremos a los hombres.
La sociedad ya no cree en los políticos, y dicho sea de paso, ni en la
iglesia. La sociedad ve por ambas partes corrupción. Muchos dicen que se están
alejando de la iglesia porque se están acercando a Dios. Pero nadie puede estar
cerca de Dios y despreciar a su cuerpo que es la iglesia que predica la
salvación a través de Jesucristo.
Este año 2012 tiene que ser un año en que la iglesia cristiana recobre
el poder del testimonio evangelístico. Tiene que ser el año en que la iglesia
cristiana proclame con autoridad que Cristo vive, que Cristo perdona pecados.
Que Cristo salva y que Cristo sana. Una iglesia que espera a su Señor, quien
regresará con poder y autoridad para juzgar a vivos y muertos.
Este año 2012, ha de ser el año de esperanza para lograr, en Cristo,
todo lo que nuestra iglesia anhela avanzar, alcanzar, construir, edificar,
crecer. Tenemos que empezar por clamar que su Espíritu Santo nos llene y nos
aumente la fe, la fe verdadera en Cristo el Señor.
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