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Oficios y profesiones en la Biblia: El Alfarero

En los próximos días pondremos escritos sobre los oficios y profesiones que se encuentran en la Biblia, esperando puedan cotejarlo en la biblia, y puedan dar sus opiniones dejando un comentario. Sí encuentras alguna otra profesión u oficio puedes compartirlo.

Jeremías habla de los alfareros en el cap. 18. Imagen: equipotimondejovenes.com
EL ALFARERO
La gran demanda de alfareros en Oriente. 
Esto se debe a que los utensilios de cobre son muy costosos, porque los botes de cuero no se acomodan a algunos domésticos, y porque las vasijas de barro se quiebran tan fácilmente y tienen que reponerse con frecuencia.
Las vasijas de barro poroso tienen mayor demanda porque reservan el agua para beber con frescura mediante la evaporación. En climas calientes, la cortesía usualmente demanda que “un vaso de agua fría” se ofrezca (Mat. 10:42).
Centro de cerámica en Jerusalén. 
El profeta Jeremías nos habla de una visita a un alfarero en Jerusalén, pero el autor del libro de las Crónicas habla de centros de cerámica en la ciudad, “estos fueron alfareros los cuales moraron allá con el rey en su obra” (1 Cron, 4:23). Parece pues que había en tiempos antiguos familias o agrupaciones de alfareros, y también alfareros reales.
Preparación del barro para el alfarero. 
El barro era adobado con los pies para que tuviera la consistencia necesaria. El profeta Isaías nos habla de esta acción cuando dice: “Y hollará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero” (Isa. 41:25).
Equipo y método del alfarero.
En la actualidad el alfarero ejerce su oficio en muchas partes de oriente de la misma manera que sus predecesores lo han hecho por siglos anteriores. El taller es muy rudo, y el alfarero trabaja tras una banca de madera rústica. Su equipo consiste en dos disco o ruedas de madera, con el eje que se para verticalmente, desde el centro del disco inferior. La rueda superior gira así horizontalmente cuando la de abajo se pone en movimiento con el pie. Mantiene una bola de barro sobre la banca, y de ella le adhiere un pedazo que ha sido previamente suavizado, sobre rueda superior. Hace su rueda girar, y mientras da forma al barro con sus manos a manera de una figura cónica. Luego usando su dedo pulgar, le hace un agujero en la parte superior del barro rotante, y continúa agrandándolo hasta meter su mano izquierda dentro de ella. Cuando es necesario, rociará el barro con agua tomada de un recipiente que mantiene a su lado. Con la mano derecha usa una pieza pequeña de madera para alisar el exterior de la vasija mientras ésta continúa rotando. Así puede formar una vasija de cualquier forma que él desee de acuerdo con su conocimiento individual.
Jeremías hace referencia a este trabajo del alfarero en su mensaje, la inspiración del cual vino cuando visitaba la casa de un alfarero: “¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel, dice Jehová? he aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel” (Jer. 18:6).
El Apócrifa contiene una descripción interesante del alfarero en su trabajo de aquel tiempo: “Así el alfarero sentado a su labor, gira con sus pies la rueda siempre cuidadoso de lo que tiene entre las manos, y llevando cuenta de todo lo que labra. Con sus brazos amasa el barro; y encorvándose sobre sus pies, con su /fuerza lo hace manejable. Pondrá toda su atención en vidriar perfectamente la obra, y madrugará para limpiar el horno” (Eclesiástico 38:32, 34).
Vasijas manchadas. 
El Dr. Trompson visitó una gran alfarería en Jafa y observó al alfarero trabajar de la manera que Isaías vio en su visita al alfarero. El profeta de antigüedad notó una cosa: “Y el vaso que él hacía de barro se quebró en la mano del alfarero; y tomó e hízolo otro vaso, según que el alfarero pareció mejor hacerlo” (Jer. 18:4). El misionero palestino dijo que tuvo que esperar largo tiempo antes de que aconteciera la misma cosa, pero finalmente lo vio. Quizá algún defecto del barro, o quizá porque no usó la suficiente cantidad, el alfarero repentinamente aplastó la vasija que había estado haciendo, e hizo un montón de barro sin forma, luego principió nuevamente proponiéndose hacer algo diferente. Pablo se refiere a tal acción en su epístola a los Romanos, “Dirá el vaso de barro al que le labró: ¿Por qué me has hecho tal? ¿O no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para vergüenza?” (Rom. 9:20, 21).
Las vasijas se cuecen. 
Cuando el alfarero ha terminado su trabajo con las vasijas en la rueda, las pone en un anaquel donde hay hileras de otras vasijas guardadas de los rayos del sol, luego las expone a los vientos de todas direcciones. El horno donde han sido cocido es un pozo no muy profundo, hecho de piedra o ladrillo como de metro o más de hondo y unos dos y medio de diámetro, que tiene un pequeño horno de ladrillo en su base. Las vasijas se acomodan sobre este horno, en forma cónica, algunas veces hasta una altura de cuatro metros. Se cubre luego densamente con matorral para que se conserve el calor y para que no tengan un repentino enfriamiento. El fuego se mantiene hasta que las vasijas se han endurecido suficientemente. El profeta Nahum se refiere a la preparación para hornada de las vasijas cuando dice: “Fortifica el horno” (Nahum 3:14). A veces algunas vasijas resultan de clase inferior por no haber sido horneadas adecuadamente.
Fragilidad de la alfarería. 
La alfarería oriental es sin duda más quebradiza, especialmente cuando los métodos modernos del vidrio son desconocidos. Muchas veces las jóvenes van a traer el agua la fuente para la familia y han tenido que volver al hogar sin ella porque bajaron sobre el suelo su jarra muy repentinamente. El escrito del libro Eclesiastés tenía esto en mente cuando escribió “el cántaro se quiebra junto a la fuente” (Ecel. 12:6). Cuando solo un pequeño golpecito romperá las vasijas, cuánto más una precipitación intencional de una vasija de barro a la tierra ocasionará completa ruina, y este es el cuadro usado con frecuencia por los escritores bíblicos del juicio divino sobre los enemigos de Dios, o sobre su pueblo que le desobedece: “Quebrantarlos has con vara hierro; como a vaso de alfarero los desmenuzarás” (Sal. 2:9) “Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra un vaso de barro, que no puede más restaurarse” (Jer. 19:11).
Usos de fragmentos de alfarería. 
Los pedazos dc las vasijas rotas son usados en el mismo lugar del alfarero, y de la misma manera en muchos otros lugares del Oriente. Algunos de estos pedazos que poseen tamaño y forma adecuados son de uso práctico para los aldeanos. Isaías nos dice de dos usos a que se sujetan: “Y quebrarálo como se quiebra un vaso de alfarero; que sin misericordia lo hacen menuzos; tanto que entre los pedazos no se halla tiesto para traer fuego del hogar, o para coger agua de la poza” (Isa. 30:14). Por las tardes es muy común ver a los niños venir a los hornos públicos con pedazos de alfarería en sus manos, e irse con una pequeña cantidad de carbones o brazas en ellos, que el hornero ha puesto en cada tiesto de los niños, para que los hogares que ellos representan puedan calentar su cena. Luego en el manantial, pozo o cisterna, se dejan allí tiestos que son de forma y tamaño correctos para usarlos como cucharas para llenar los recipientes, o como tasas para beber. En los antiguos tiempos cuando el pergamino era tan costoso para obtenerse, los aldeanos podían usar fragmentos de alfarería sobre los cuales escribían memorandums de transacciones comerciales. Muchos de éstos han sido excavados por arqueólogos, y han resultado ser de gran valor al revelarnos la historia pasada. Se les llama ostraca.

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